Apenas me haga un tiempo
¿Se acuerdan de la primera clase de Ed. Física después de las vacaciones? Generalmente no podíamos ni reírnos del dolor durante un par de días, los músculos se desacostumbraban al esfuerzo del movimiento. Ahora, ¡adivinen qué! tocamos nuestro instrumento con nuestro cuerpo, somos nosotros los que hacemos sonar el instrumento, poniendo en movimiento músculos grandes y pequeños, internos y externos.
Es por esto que se le dice “practicar un instrumento”, como quien dijera practicar un deporte y al igual que en el deporte o la danza el cuerpo aprende lentamente y necesita constancia. La constancia en la práctica es fundamental y nos lleva a desarrollar otra habilidad importantísima LA DISCIPLINA. Pero no la disciplina del terror, esa que viene desde afuera, un profesor, entrenador o jefe amenazante (empinada en mi metro y medio resulta difícil ser amenazante) si no la que viene de adentro, de la conciencia y la búsqueda del propio bienestar.
Sé que la vida de hoy nos deja pocos espacios para el bienestar, pero por lo mismo es tan importante hacerlo. Practicar un poco cada día nos lleva a un momento de paz mental, de conexión con el cuerpo y la respiración, de búsqueda de relajación y apertura a la escucha. Y no nos lleva más tiempo que revisar el Facebook.